La sensibilidad puede influir en el perro de trabajo. De nosotros dependerá endurecerles, para que aprendan a gestionar sus emociones.
De lo contrario, su sensibilidad débil, nos marcará los límites en la entrega del perro, en la tolerancia ante la exigencia, y el tiempo de trabajo.
La sensibilidad blanda puede actuar psicológicamente sobre el perro, limitándole.
Muchos de estos perros, descubren y aprenden, a evitar las exigencias, o las obligaciones, a través de conductas regresivas, (chillidos, ladridos, retrayendose).
Con el objetivo de liberarse de la presión que se le ejerce en la exigencia diaria.
Aún así, un perro con sensibilidad blanda, no necesariamente tiene porque ser descartado para una especialidad.
Con intuición, y en manos sensibles, y con experiencia, se les puede sacar mucho partido.
Todo si trabajamos por crear un vínculo sólido con el perro.
Es mediante una figura identificativa, creada a través de la resolución de refuerzos primarios, y con la educación recibida diariamente, ayudará a crear equipo con el perro, y tener una comunicación continua.
En cambio, el perro con una sensibilidad dura, suele permitir más presión, y tiempo de trabajo.
Suele ser con más carácter, estable e intenso.
Estos perros tras una experiencia negativa, o una situación adversa, se recuperan con rapidez.
Suelen adaptarse al entorno con facilidad.
Su umbral de excitabilidad elevada, influirá sobre la atención, y percepción ante el entorno, y sobre su umbral del dolor.
En comparación la sensibilidad blanda, con estos perros se debe tratar desde la relajación, para centrarle.
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