Introduction

¿Es el American Stanfford un Perro Con Miedo o Agresividad?

El caso de la perrita Kimberlym, nos recuerda la importancia de consolidar el vínculo, para poder fomentar una educación desde el cariño, pero con la disciplina que conlleva las normas que se imponen en la convivencia. Todo se traduce en madurez.
perro tranquilo

¿Es el American Stanfford un Perro Con Miedo o Agresividad?

El caso de agresividad de la American Stanfford Kimberlym, fue un caso de manual, pero que a su vez te invita a volver a repasar todo lo que has estudiado sobre el tema a lo largo de tu experiencia con los perros y sus propietarios.

¿perro con miedo o agresividad?
Perro atado

A continuación expongo la situación de la Perrita de la raza de American Stanfford de dos años de edad y con un peso estimado de entre veinticinco y treinta kilos.

Esta perrita inicialmente se había criado en un piso junto a tres jóvenes y más perros, pero luego pasó a ser propiedad de un amigo de la propietaria, cuya residencia se encontraba en otra ciudad. Es decir, pasó de estar en una parcela moviéndose a su libre albedrío y con un trato autónomo, a vivir por el contrario en un piso con otros límites diferentes.

Pasado el tiempo, este segundo propietario, por problemas de trabajo y viajes continuos, no podía hacerse cargo de la perrita y necesitaba buscarle otro hogar. De esta forma la propietaria inicial cuando se enteró de la situación en la que se volvía a encontrar la cachorra American Stanfford, procedió a buscar una solución, así pues le comunicó su preocupación a su madre , que tras dar muchas vueltas al asunto, su madre tomo la decisión de adoptarla.

Cabe acotar que era una realidad totalmente distinta para la perrita, lo cual conllevaba nueva ciudad, nuevos propietarios y nueva convivencia que estaba constituida por dos adultos, un niño y un perrito mayor de edad pero de menor peso (apenas seis kilos) en comparación con la perrita de American Stanfford.

Primer contacto y análisis de la American Stanfford

caso de perro con miedo
Perrita tumbada en el cesped

Cuando me expusieron el caso me comentaron que la perrita American Stanfford Kimberlym presentaba conductas como:

  • Destrucción del mobiliario cuando se quedaba a solas.
  • ladridos excesivos, inquietud.
  • Persecución de la cola.
  • Marcajes (impulsos tirando la boca o gruñidos sin llegar a morder).

De igual manera se debe mencionar que la propietaria inicial para reducir la responsabilidad de la perrita se escudó al comentar que durante el primer episodio de agresión que presentó el animal de raza American Stanfford, el mismo simplemente actuó como mecanismo de protección hacia un desconocido. Sin embargo, la madre de la propietaria inicial durante una entrevista y la realización del cuestionario, me describió que observaba a la perra con algo de ansiedad.

Tras estudiar los cuestionarios y las entrevistas telefónicas, me propuse a desplazarme al domicilio. Inicialmente quedamos en la calle para que el primer contacto con la cachorra American Stanfford no fuera violento. Así pues, se puede acotar que la misma:

  • No mostró signos de amenazas.
  • Se exponía a coger los premios de mi mano.

Según me contaban, llegaron la noche anterior y no habían logrado pegar ojo, por la inquietud tanto de la perra, como del perro más pequeño. Pasamos al piso donde la perra iba a vivir a partir de ese momento. Era un piso más o menos de sesenta metros cuadrados, con el salón como espacio central, de casi nueve metros cuadrados.

Por consiguiente les di una directrices a seguir para crear un vínculo o identidad sobre la perra, como cuales normas de convivencia y sociales son las más recomendadas para el desarrollo emocional de la perra. Mientras, la American Stanfford se mostraba tranquila, pero en vigilia desde el lugar donde se encontraba, dando a entender que necesitaba controlar la situación.

Cabe destacar que este comportamiento suele ser muy típico, en perros que han presentando ansiedad tras una experiencia de abandono o cuando existe un cambio de su entorno inmediato. Es por ello que la American Stanfford al volver a experimentar la sensación de quedarse sola, suele tener presente la angustia.

Un paseo de diagnóstico de la American Stanfford

Opte por sacar a la perra al exterior para tratar con ella en ausencia de su nuevos propietarios. Al mostrarle el collar para atarla, la perra comenzó a recular y ladrar. En este caso no le tomé importancia, ya que la secuencia de ver a un desconocido acercarse con un collar hacia su cabeza, unido al cambio de entorno, despierta cierta inseguridad, por lo que es una actitud que se puede esperar, al igual que la noche que ellos habían descrito, esto también lo tomé como parte de la adaptación.

De esta forma le pedí a la propietaria que le pusiera el collar y la American Stanfford acepto salir conmigo al exterior. En la calle no se observaba como una perra con fijación hacia perros o personas, incluso en el encuentro con otro perro cuando insistió en oler su trasero, la perra mostraba cierta resistencia ante sus impulsos. Vale destacar que lo único que si observé fue la persistencia con la que tiraba de la correa al regreso al domicilio, se podría decir que no existía mundo para ella, solo “volver”. Por lo tanto quise ser cauto y tomarlo como parte de la adaptación, recordemos que cada perro necesita sus tiempos.

Al regreso al domicilio, repasamos las pautas que se dan para crear el vínculo y beneficiar el proceso de la adaptación al nuevo entorno.

  • Normas y límites en casa (todos a una y siempre).
  • Horario de tomas de comidas y salidas (todos implicados).
  • Crear un asociación positiva hacia el bozal.
  • Que los desconocidos le ofrezcan premios.
perro agresivo mostrando los dientes
Perro enseñando los dientes

Una segunda impresión de la American Stanfford

Al día siguiente, recibí una llamada de su nueva propietaria; “José Luis, estamos pensando dar en adopción a Kimberlym, ha intentado morderme a mi y a mi hijo”. He ido a abrir la puerta del baño y se ha tirado a moder a la mano, con la suerte de que la retiré a tiempo y solo quedó en un rasguño.

  • La perra no para quieta.
  • De buenas a primera se activa dando vueltas sobre si misma.

Tras la conversación, quedé algo sorprendido, ya que el día anterior deje una perra algo desorientada dentro de lo normal, pero con resistencia sobre sus impulsos. Esa misma tarde me desplacé al domicilio, con la sorpresa de ver una perra totalmente diferente al recibirme, la cabeza y el rabo totalmente levantado, inquieta e invadiendo constantemente mi espacio.

Intenté que no me viera como una amenaza ofreciéndole premios en mi mano o directamente en el suelo mientras yo conversaba, y sin dirigirme a la American Stanfford dejándole que fuese ella quien viniese a mi. Tras varios premios, la perra comenzó a ladrar y marcar el espacio entre los dos, en este caso ya debía poner medios de control para evitar una agresión. A su vez a ella se le veía dispuesta con fijación, ya que ignoraba hasta los premios.

En conclusión se puede decir que “Es un caso fácil, pero a su vez complejo”.

Repasemos los puntos claves

En primer lugar, ya hemos ido viendo a lo largo de este blog, que la agresividad no se hereda. El perro puede tener unas características temperamentales fuertes, pero con una educación consistente e implicada, aprenden a ser tolerante ante el medio. Por lo cual, no tienden a agredir de la noche a la mañana, se necesita unos aprendizajes secuenciales, hasta llegar al impulso o la agresión.

En consecuencia pasemos a analizar datos:

  • En una de las fotos que me mandaron con su propietaria inicial, observé a la American Stanfford tumbada en la parte alta del sofá. Denotaba qué estaba recibiendo una educación autónoma – permisiva.
  • Aquí la perra avanzó algo por carencias de límites. Ya lo manifestó con una agresión mientras convivía con la primera propietaria.
  • Se desconoce el afecto y la disciplina que recibió, ya que muchos perros en campos y chalet viven fuera de casa.
  • También se desconoce la educación y el trato recibido del segundo propietario (atención, cariño, educación, implicación…etc).
  • La intención de la última propietaria era buena, pero la realidad diferente.

Vale destacar que ella me comentó que tenían experiencia en manejo con perros, pero no con este tipo de perros, ya que por último la American Stanfford no sólo le ganaba en fuerza y tiempo de reacción, si no, que ella misma admitió tenerle miedo. Así pues, esta situación ayudaba a que la perra se lo vaya creyendo y a la vez se crezca, llevando estas conductas cada vez más lejos.

¿Porqué el caso es fácil pero complejo?

  • Esta perra necesitaba ingresar en un centro y ausentarle de todas las necesidades primarias y afectivas.
  • La actual propietaria sería la encargada de ir resolviendo poco a poco cada una de esas necesidades, desde la luz del día, la sed, el hambre, hasta la libertad de pasear atada.
  • Cómo la fase anterior lleva su proceso y sus tiempos, mientras se trabaja sobre la propietaria, le enseñaremos los recursos existentes y necesarios sobre el manejo y control con estos perros.
perro controlado en una jaula
Perro en unas instalaciones

Si se respeta cada uno de estos puntos, y sobre todo se consolida el vínculo con éxito, logrando que la propietaria consiga desenvolverse con soltura con la perra, pasamos a integrar a la perra en la convivencia y en la sociedad.

  • Fácil con las instalaciones y las herramientas apropiadas.
  • Compleja porque no todos tenemos la suerte de tener a mano lo que se requiere en estos casos y tampoco el tiempo y los conocimientos.

– Se adiestra sin antes diagnosticar. Todo se pone en manos de un adiestramiento.

Diagnóstico: Muchas manos y pocos conocimientos e implicación en su educación, con resultados a la vista. FRUSTRACIÓN MAL CONTROLADA.

PD: Es cierto, que en la última convivencia, la ansiedad por el cambio de entorno desencadenó las conductas, pero no hay que dejarse engañar, ya la perra llegó al domicilio con los mecanismos de la agresividad activos.

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