En relación al artículo anterior sobre la fuga, trataré el caso de Ady un cachorro de Braco de Weimar.
Como adiestrador de perros me llegan muchísimos casos distintos de perros y sus malos hábitos.
Según me contaba su propietario tenía un comportamiento y unas cualidades ejemplares desde que lo asignaron como perro de búsqueda. Un perro atento, juguetón y siempre predispuesto al trabajo.
A los cinco meses desde que internó este cachorro en el centro, llegó un nuevo perro, Clok.
Este llegó de una asociación de acogida de perros abandonados. Un perro de la raza de Bodeguero de tres años de edad, no iba a tener ninguna especialidad asignada, estaría cómo de compañía en el centro.
Hacían muy buenas migas, siempre juntos, nada de peleas, ambos eran perros educados, nobles, hasta que un día empezaron a darse a la fuga cada vez que la puerta del centro se abría.
Esta situación se fue produciendo al principio una vez cada mes, luego cada tres semanas, hasta hacerlo diariamente y con ello cumpliendo el ciclo del aprendizaje y aumentando la afición a la fuga diariamente, cada vez que veían la puerta abierta.
Cuando llegué todos estaban enfocados en el cachorro, ya que les preocupaba el tiempo y dedicación que le habían invertido, tanto en su educación, como en su especialidad.
Pedí la grabación de los perros, en días y horas alternas para estudiar su comportamiento en la convivencia.
Yo ya sospechaba el hábito fugarse lo trajera el mayor, ya que los perros de la de edad de Ady no suelen tener una personalidad formada y por la inseguridad del perro joven, tienden a seguir y modelar comportamientos del mayor.
Observaba la fijación del más pequeño por el otro, se veía que empezaba el camino hacia la dependencia, pero, siempre se está a tiempo para cortar e iniciar el camino hacia la independencia, ya que inutiliza la vida de cualquier perro en cualquier área de su vida.
Para seguir recabando información acerca del cachorrito hable con su guía para que trabajase delante mía con el perro y con la ausencia del bodeguero.
Cuando terminamos le pregunté si llevaba notando algo distinto a la hora de trabajar o si el perro en ese aspecto no cambió. “El perro va bien, solo que va levantando más la cabeza mirándome a la cara buscando mi apoyo para resolver”.
Efectivamente, muy típico del perro que está desarrollando una dependencia. En definitiva, lo que el perro intenta es trabajar fácil y evitar la exigencia del trabajo, para jugar con su compañero.
Como dije anteriormente, los perros más pequeños suelen modelar al mayor ya sea por su seguridad o por la falta del desarrollo de su personalidad.
El enfoque; Los perros quedarán en aulas totalmente independiente, para trabajar el camino hacia la independencia y para trabajar por separados la conducta de fugarse.
Ady, seguirá trabajando con su grupo en la ausencia del mayor. Su guía deberá ser constante con la disciplina y en cómo adiestrar un perro, exigiéndole en la resolución de su trabajo como ya sabe hacerlo (como a un niño que se distrae con la tarea del colegio).
Se unirán dos veces al día, en un recinto totalmente cerrado, la mejor solución para este tipo de conducta es evitar que vuelvan a las andadas…, ¡ni una fuga más!
Trabajar diariamente una llamada firme, de forma consistente y sin EXCEPCIÓN.
¿Hasta cuándo? La madurez e independencia de Ady lo irá marcando, que suele llegar al año y medio o dos de edad.
Nota; Trabajar con el cabecilla nos quita el ochenta por ciento de los problemas.
Ady a día de hoy está activo con buenos resultados en la especialidad de búsqueda a nivel central, trabajando por todo el país.
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