Estímulo y emoción
En los perros al igual que el humano sus acciones y aprendizaje influirán dependiendo de la gestión emocional de los estímulos.
Muchos aprendizajes se verán condicionados por las emociones que experimentan y con la intensidad del mismo.
Tanto en las conductas aprendidas, como si son dirigidas hacia nuestras intenciones, se debe tener presente al animal como receptor continuo.
Un perro que actúa movido por el impulso de una emoción intensa, pierde la atención sobre el guía, incluso pudiendo peligrar su vida.
Las huida por falta de atención a causa de una intensidad emocional presentan un riego para el perro. En muchos casos dirigen la agresión hacia su propietario cuando son atacados por otros perros.
Es una idea de cómo pueden determinar la gestión de las emociones en muchas de la acciones del perro.
Tener la referencia en la emoción y la cognición del animal será determinante. Por lo que es importante en toda educación o durante el proceso de un adiestramiento tenerlo presente.
¿De qué forma puede interferir la gestión de las emociones en él trabajo?.
El cachorro va filtrando información a través de estímulos y si la emoción es positiva o negativa. Esto quedará profundamente instaurados en su subconscientes.
Si observamos al perro cuando nos metemos la mano en el bolsillo para ser premiado por una acción, muestra una emoción positiva y expectante.
De igual forma, si corregimos (gruñir a otros perros durante el trabajo) alguna conducta sobre él perro, mostrarán una emoción negativa anticipatoria.
“Nuestros movimientos ya fueron procesados como aprendizaje positivo o negativos”.
Usar adecuadamente comando TRANQUILO con estados propicios para relajar o provocar intesidad VAMOS CHICO es importante.
Nuestra comunicación emocional, nos servirá tanto para tranquilizar al animal, como pararlo. También para provocar intensidad durante un trabajo que requiere de un esfuerzo.
Es un ejemplo de como la gestión emocional está interfiriendo sobre sus acciones.
Esto se entiende como unas fases secuenciadas cada vez que el cachorro es impulsado a la acción por sus emociones.
-El cachorro muestra un interés emocional (observa) aquí un factor determinante es el vinculo que tenemos con el animal.
Para percatarnos que algo le llamó la atención y como recibe la información negativa o positiva. En esta fase su intensidad emocional es baja y requiere de la observación.
-Aquí el perro muestra desasosiego. Existe atención y control sobre la emoción determinada tras recibir el estimulo.
Por ejemplo; El perro que tiene miedos generalizados y que tras enseñarle a andar JUNTO, recibe un estimulo ambiental que le inquieta. Si aplicamos la exigencia JUNTO le sacamos de dicho estado.
– Siguiendo la fase anterior el perro se centra en el paso debido la exigencia y nuestra identificación educativa.
Está aprendiendo a gestionar sus emociones a través del sistema cognitivo y su conducta es controlada por el sistema emocional.
Cuando exigimos al animal en los miedos, se necesita algo de madurez emocional y cierta dureza psicológica.
-Para dar forma y dirección a la gestión sus emociones no es posible interactuar desde una intensidad emocional elevada, no nos permitirá comunicar nuestras intenciones.
Es por ello, que podemos exigir usando el movimientos para que le obligue a centrarse en lo que hace como, andar, correr, giros impredecibles…etc.
Con la intención de que se centre, se tranquilice y entre en un estado más receptor.
La gestión de emociones fomenta que el cachorro aprenda a centrarse y podamos tomar una dirección cognitiva con intensidad emocional.
Si lo aplicamos con perros con miedos hacia algo concreto, fobias o miedos generalizados, progresivamente mostrará una mejora.
Serán cachorros que irán desarrollando la capacidad de resolución de conflictos emocionales desde la serenidad. Progresivamente irán madurando.
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