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El perro y su miedo a los petardos y fuegos artificiales

ruidos

El perro y su miedo a los petardos y fuegos artificiales

miedo
labrador tumbado en el suelo

El miedo del perro en estas fiestas proviene de los ruidos fuertes (tráfico o ruidos de maquinaria de obras) o sonidos estruendos, ya provengan de ruidos de petardos, fuegos artificiales…etc.

Estamos hablando de un miedo específico (de un miedo hacia algo). Es decir, el perro siempre presenta los síntomas en la misma situación, ya sean visual, sonara u olfativa (pólvora).

Podemos estar hablando desde un simple miedo, un episodio de ansiedad o de una fobia específica.

El miedo a los ruidos fuertes o estruendos (petardos, fuegos artificiales, cohetes…etc.)  no es hereditario. Lo que si hereda el animal sería su sensibilidad blanda.

Muchos propietarios acuden a mi consulta angustiados con su perrito, contándome que ven en el perro un trastorno cuando escuchan un ruido fuerte.

Si nos acogemos a las palabras textuales que se repiten entre propietarios de perros de compañía, se tendría un diagnostico llevados al azar.

Es por ello, que vendría bien recordar cuando se considera que existe un trastorno en el perro;

Se considera un trastorno, cuándo existe un deterioro en la vida social, familiar o en su especialidad si la tuviera.

Su angustia no le dejaría vivir, ni percibir una vida en paz. A estos perros se les va la vida y el presente, con la preocupación del miedo a sentir aquello desagradable.

El proceso de la ansiedad generalizada o de la fobia, es conducida a través del miedo anticipatorio. Es decir, miedo al miedo, instalándose progresivamente en una fobia específica o en un trastorno por ansiedad generalizada.

El perro recuerda tras la repetición de una situación, cómo le hizo “sentir” la última vez que vivió aquella experiencia. Estos perros suelen manifestar su angustia de forma alarmante, cuando sienten que no tienen el control de la situación (ruidos, nuevos entornos, nuevos propietarios…etc.).

Unos lo viven desde su interior entregándose y con resignación ante la situación, dirigiéndose hacia algún lugar de la zona, tensionados, con temblores y mirada triste, otros lo exteriorizan de forma regresiva (similar a un cachorrito).

Por lo tanto, es un proceso encadenado, el perro al igual que en el humano, nunca se acostará y amanecerá al día siguiente con un trastorno o una fobia especifica;

  • Se da en perros con sensibilidad blanda o cachorros.
  • Experiencia negativa sentida (ansiedad, angustia, ataque de pánico).
  • Repetición de dos a tres veces de la misma experiencia (cada uno retroalimentó la anterior).
  • Miedo al miedo (miedo al sentir de la ansiedad).
  • El miedo al miedo en su vida diaria, le lleva a derivar en un trastorno de ansiedad generalizada o fobia (muchas veces los miedos están tan avanzados que pierden la base del mecanismo desencadenante “ruidos de petardos o fuegos artificiales”).
  • La educación canina en la convivencia basada en la pretensión, acrecienta muchos de esos miedos simples. Su figura identificativa alertó y alimentó esos miedos.

Hay propietarios que optan por fármacos para hacer terapia con el perro.

Cuando en las fases iniciales no es necesario hacerse ni con ansiolíticos, ni de inhibidores selectivos de serotonina (ISRS).

Si hablamos del miedo avanzado que lo llevó a la ansiedad generalizada o fobia específica, ese miedo al miedo si le llevará a sumirse en una depresión.

La angustia prolongada le agotará, perderá la iniciativa en su vida, no tendrá curiosidad hacia nada, la tristeza permanente le llevará a sumirse en una depresión.

En estos casos si nos haremos con los (ISRS) y ansiolíticos de la familia de la benzodiacepina, como apoyo terapéutico en la recuperación del animal. Le llevara a tranquilizarse, socializarse, exponerse y controlar los ataques de pánico espontáneos.

Sin embargo, en los casos en los que el perro, al igual que existen humanos que son asustadizos, porque viven en tensión o bien experimentan un miedo hacia algo puntual.

Aquí se está equivocado cuando se suministra (ISRS) o ansiolíticos, como medida terapéutica, ya que no estamos hablando de un estado depresivo permanente y consolidado en el perro,

Es un hecho puntual, por lo cual el tratamiento como medida terapéutica no sería viable. El perro vive sin deterioro su vida social y familiar, excepto en ese momento.

Otros, optan por los ansiolíticos ante los miedos generalizados o iniciales, cuando terapéuticamente se observa que la misma relajación que siente el perro, no le deja tener percepción del entorno y terminar en un aprendizaje sobre la gestión de sus emociones, de esta forma nunca aprenderá a hacerse cargo de sí mismo.

Su cerebro es contaminado con cada experiencia negativa que es vivida, es por ello que el perro debe tener una terapia de exposición progresiva de calidad, donde cada paso que se dé sea limpio y el cerebro se vaya siendo reforzado y retroalimentado con buenas experiencias y sobre todo sentir y terminar con buenas sensaciones tras el acontecimiento expuesto.

La exposición progresiva se irá realizado a través de un programa de buena calidad auditiva y a su vez, siendo resuelta a través de refuerzos primarios y básicos para la supervivencia del perro.

Todo con el objetivo de endurecer al perro ante la vida.

De esta forma, sin tratar al perro como si de una discapacidad se tratase, con una educación basada en la disciplina y afecto el perro mejorará. Sin pretensión, permisividad, ni autonomía en su convivencia, basados en la pena por el animal, este enfoque no le ayudará al animal a ser feliz.

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