Se considera ladridos renuentes cuando el perro solo cesa de ladrar para respirar, incluso llegando a quedarse ronco.
Es un caso muy común en problemas de comportamiento del perro, bien porque son perros con una educación blanda y que a la mínima que se ven a solas llevados por el impulso de su pobre resistencia a la frustración y por la escasa gestión de sus emociones.
Este caso también suele darse en perros de acogidas que cuando se quedan a solas recuerdan la angustia que sintieron cuando estuvieron abandonados deambulando de calle en calle, con los peligros que conlleva ir suelto en nuestra sociedad.
Detrás de estos casos está presente la ansiedad por separación, un trastorno de ansiedad por separación o el peor de los casos una personalidad dependiente.
Se suele dar en el cachorro por la adaptación a la soledad (estos suelen ceder a las dos semanas) o en el perro joven o adulto, que sobre pasa la ansiedad a estar solo más de un mes y en el caso del perro adulto que llega a su madurez.
Si no actúas a tiempo serán perros con dos o tres años de vida o abandonados por los conflictos que ocasiona la convivencia con los vecinos y por las continuas denuncias. Por eso, como he comentado anteriormente, para que no peligre la vida del animal hay que evitar que se instaure en una personalidad dependiente.
Se debe de montar un plan educativo que fomente autonomía y le lleve a ir endureciendo su resistencia a la frustración de forma progresiva. Aprenderá lo más básico e importante en el perro de compañía, permanecer a solas “esperando”.
Como adiestrador de perros, he sido testigo de ver perros que son auténticas máquinas en sus especialidades; Perros de rescate, búsqueda de estupefacientes, perros lazarillos…etc.. Luego son perros que cuando se quedan a solas actúan con la misma sensibilidad emocional que un cachorrito, son incapaces de auto controlarse.
En estos casos suelo hacerme con la supervisión de una grabación, para ir estudiando la intensidad y el tiempo de su frustración. Así veremos que va disminuyendo. Nos servirá de base para aplicar los recursos necesarios.
La mayoría de las veces que estudio un ladrido renuente, se observa que los ladridos suelen acompañarse de aullidos, destrozos en casa e incluso defecación en encima de las camas o el sofá, llevados por la impulsividad de la frustración de no aceptar quedarse a solas, muchos de estos síntomas de conducta van muy ligados a la agresividad mal controlada del animal.
No olvidemos que “esperar a solas” forma parte de la educación y que es un trabajo poco visible y valorado del perro de compañía.
Cuando me solicitan ayuda para estos casos lo suelo enfocar muy directo al grano y lo hago como si de un trastorno se tratara. Exista o no un trastorno en el perro, el recurso para trabajar el auto control progresivo es el mismo.
Si existen alargadas emocionales y la lía con los ladridos y encima se acompaña con destrozos, nos haremos con una jaula educativa (una herramienta muy mal vista socialmente, pero, que desempeña un gran papel) durante dos a tres horas al día, para que la jaula le enseñe al perro a auto gestionar sus emociones, entendiendo que más allá de los ladridos y de morder los barrotes no queda otra que “esperar”, le estaremos mostrando el camino hacia su madurez.
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